Atrás ha quedado la época en la que una IP servía para identificar a un usuario. Hoy en día, los usuarios suelen combinar accesos usando portátiles, dispositivos móviles, etc. Para poder identificarlos correctamente, es necesario contar con un DA integrado.
Gestionar una red compleja usando IPs de origen y destino está obsoleto. Identificar el tráfico de cada usuario dentro de la red es un paso necesario para gestionar los sistemas de seguridad, monitorización y optimización.
Hace falta identificar al usuario y al grupo para gestionar la red.
La información necesaria cambia y se actualiza constantemente.
En organizaciones complejas, la mayor parte de esta información se encuentra en servidores DA.
Las soluciones intrusivas o que consumen recursos son, por regla general, difíciles de instalar.
Guardar esta información en un microservicio externo puede solventar estos problemas.
Las empresas suelen gestionar sus usuarios y jerarquías de acceso a través de un Servidor de Directorio Activo. Se trate de un servidor físico o en la nube, es una pieza clave de la arquitectura y los administradores de sistemas son (comprensiblemente) reacios a abrir puertos, APIs o accesos a sistemas externos.
Por eso, hay que instalar software concreto en la infraestructura del cliente para permitir que los sistemas de seguridad, NTAs o demás programas tengan acceso a la información actualizada del servidor DA.
Muchos distribuidores han diseñado soluciones variadas para este problema.