La compatibilidad electromagnética (EMC) define cuál es la capacidad de un dispositivo electrónico para funcionar en su entorno según lo previsto y sin interferir con otros dispositivos. El control de la interferencia electromagnética (EMI) es algo fundamental en el desarrollo de cualquier dispositivo electrónico. Tal como exige la ley, los productos deben cumplir con las normas internacionales de compatibilidad electromagnética que regulan las emisiones electromagnéticas y la susceptibilidad de los sistemas eléctricos y electrónicos disponibles en el mercado. Un producto de éxito debe encontrar el equilibrio entre la compatibilidad electromagnética y los requisitos de diseño de la competencia en aspectos como el tamaño, los costes y el rendimiento. Encontrar este equilibrio puede plantear grandes retos a los ingenieros. Cuanto antes se pueda identificar un posible problema de compatibilidad electromagnética, menos interrupciones habrá en el proceso de diseño. Al implementar un diseño que sea compatible electromagnéticamente en una fase temprana, se podrán evitar los costes adicionales de las iteraciones de desarrollo.
Certificación sobre EMC
La normativa sobre compatibilidad electromagnética (CEM) garantiza que los dispositivos no emitan campos electromagnéticos que puedan perturbar otros aparatos electrónicos. Los dispositivos también deben ser capaces de soportar interferencias electromagnéticas (EMI) de dispositivos cercanos y efectos electromagnéticos ambientales (E3) como rayos o pulsos electromagnéticos.